Muchas veces pendo de un puto hilo. Vale, bien, la vida es bonita y sólo tienes una y bla, bla, bla. Es bonita cuándo tienes con quién vivirla, algo por lo que vivirla o luchar por algo que sabes que puedes hacer. Por lo demás, si no tienes nada de eso es un problema. Es un problema que pende de mil tras él. Nadie se paró a pensar lo que es la vida para alguien que continuamente se siente como yo. A 'como yo' me refiero a sentirte hundida, decaída, deprimida, un trasto. A empezar cuestionarte seriamente por qué vives. A veces pretendo engañarme con cosas en plan 'has nacido por algo, eres de donde eres por algo en concreto y algún día, brillarás en algo, porque naciste por ello'. Pero no puedo pretender lo que no es. Para todo eso hace falta sudor y sangre. Luchar durante años. Se llama perseguir sueños. Y cuando ya te has cansado de todo eso, ¿qué? Te planteas por qué seguir viviendo, si todo te supera, si todo se te viene encima, si estás recibiendo todo eso porque lo haces todo mal, porque en realidad eso por lo que has estado engañándote años, no es más que eso. Una sucia y vil mentira, una excusa para seguir respirando. ¿Qué pasa cuando estás en la cuerda floja? Cuando pendes de un pensamiento. Si sientes una pizca de esperanza, seguirás adelante, luchando. Si siente que ya no te queda nada, mueres. Y mientras respiras puedes equivocarte y volver a intentarlo, y es probable que lo consigas. Porque es de eso de lo que se trata vivir, un obstáculo, evitar ese pensamiento. Si no lo evitas, te come. Te come ese error. El error del que jamás te podrás arrepentir.
La vida pende de seguir caminando, lento pero erguido sobre el hilo, sin perder el equilibro. Que el hilo no se rompa. Que tengas que arrepentirte de tus hechos. Que no llegue el día en que no puedas.

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