Con la cabeza en las nubes.

Ella estaba sentada, como cada tarde, en el césped de aquel bosque verde botella, escuchando música, con la mirada perdida entre los árboles, buscando como el sol se disimulaba entre cada rama, hasta que acabara de perderse de vista entre el límite humano. Se tumbó, con ambas manos en la cabeza, observando el azul infinito y profundo que acabaría por llenarse de estrellas pequeñas y constantes. Sus ojos índigos parpadeaban al ritmo de una batería latente y un bajo eufónico. Dejó que un par de lágrimas recorriesen su cara, pese a que llevaba todo el día sonriendo. La dolía pensar que aunque no fuera lo mejor que una persona pudiese conocer, debía ser imprescindible para alguien, o eso quiso creer. Pero ella no acaba de creérselo. La felicidad de la chica de pelo anaranjado dependía de una sola y única persona. La única y singular persona por la cual se desvive por ayudar, por arrancar sonrisas, por arrebatar carcajadas, por conseguir que en su mirada haya compostura y no pérdida. Su felicidad era dependiente de la única persona que sabe ver cómo es realmente y no siente lo mismo por ella. Tras volver a pensar lo de todos los días, se enlazó los cordones de sus Vans, se secó las lágrimas, se levantó y salió del bosque verde botella, aún con la cabeza en las nubes, a pesar de que hacía horas que habían desaparecido. Chica en llamas trató de reponerse, pero aún así, sabía que estaba hecha añicos.

3 comentarios:

  1. Quiero que sigas escribiendo, cosas como estas, ¿Vale chica en llamas?. Tu admirador secreto

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  2. ¿Hola? Sencillamente genial. O lo siguiente. No conozco ninguna palabra que signifique algo mejor, así que ASDFGHJKLKIEVAMBS.

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  3. Escribes fenomenal, enhorabuena. Me ha encantado.

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