Y la llama se apagó.

(Se recomienda leer con esto y ponerlo en replay si se acaba antes de que hayas terminado de leer)

Salió de su casa, llorando. Dio un portazo y se alejó corriendo. No sabía qué dirección tomar. Estaba a punto de anochecer y salió corriendo al único sitio que se le pasó por la cabeza; el bosque verde botella al que iba siempre a llorar y a pensar, únicamente con su música.
Llegó, sofocada, con todo el maquillaje extendido por la cara de tanto apartarse las lágrimas para iluminar su camino y no tropezar.
Se tiró al suelo, miró hacia arriba. El Sol ya estaba huyendo del límite humano. Uno de los mortecinos rayos que le quedaban se reflejó en su pelo aloque. Pareció prender en llamas. Soltó una lágrima. Se levantó y siguió corriendo. Se adentró en el bosque, esquivando árboles y ramas. El contraste entre el naranja de su pelo y el glauco de los árboles era precioso. Igual que cuando un tigre se adentra en la jungla persiguiendo una presa. Con la misma concentración. Por su mente pasaban cosas como 'El ¿y si...? ha desaparecido, detente', otra voz le decía que siguiera corriendo, que gritara. Otra muy distinta le decía 'ha acabado'. Otra decía 'ya no te queda nada'. Otra simplemente decía 'recuerda'.
Cuando quiso darse cuenta, había tropezado contra una rama y llevaba horas tirada en el suelo, inconsciente.Cuando despertó se tocó la cabeza; sangraba. Eso no le impidió seguir corriendo. Chica en llamas gritaba, aceleraba el paso mientras las ramas azotaban sus brazos y los dejaban magullados. Ahora mismo esa clase de dolor se la traía floja. Chica en llamas ya sabía a dónde iba a dirigirse.
Siguió corriendo. Ya era de noche y todavía estaba un poco mareada por la caída, pero la daba igual. Y las voces seguían. 'Recuérdalo todo', 'harás daño', 'inútil', 'débil', '¿Y tú eras la fuerte?', 'ten valor', 'no vales nada'.
Chica en llamas ya había llegado donde quería.
Subió unas escaleras externas que tenía aquella vieja cabina de estación de tren, que por suerte, seguía funcionando, pero no paraba ningún tren. Pasaban de paso. Llegó a la azotea. Sabía que allí nadie la encontraría y comenzó a pensar. A pensar realmente si lo que se había propuesto iba a merecer la pena. Recordó el último año. Los amigos que había hecho. Al chico del pan. A lo que había sufrido. Y también lo que había reído. Chica En Llamas los iba a echar de menos.
Se estaba desatando los cordones de las Vans, cuando la sonó el teléfono.
—¿Sí?
—¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo? Por favor, dime que estás con el culo en el puto sillón.
—Estoy dónde tendría que haber ido la primera vez que mi vida empezó a darse la vuelta.

—¿Dónde estás? ¿¡DÓNDE ESTÁS!?
—A las 21:00 pasa un tren, tengo que colgar. 

—No lo hagas. Lucha. Joder, ¡LUCHA! Has pasado cosas peores. ¿Ya no te acuerdas? ¿Ya no te acuerdas de lo útil que eres para todos? Claro, no te acuerdas. Porque nunca te darás cuenta del efecto que causas en los demás. Siempre te infravalorarás. Siempre. ¿Pero sabes una cosa? Si saltas... Si ese tren te arrolla... No podrás arrepentirte. No podrás sonreír jamás de esa forma. Con esa forma me refiero a cuando esbozas una sonrisa y se te iluminan los ojos, cuando se te ilumina la cara. Ya no podrás ayudar a nadie. No podrás escuchar. No podrás escribir. No habrás vivido lo suficiente para plantarte frente a tu madre y decirla 'Mamá, sé que te he hecho daño. Sé que os he hecho daño a todos. Sé que a veces te he gritado y que ha habido momentos en los que nos hemos odiado la una a la otra. Pero a pesar de eso, te quiero'. Te irás sin hacerle saber a tu madre lo agradecida que estás por haber respirado. Ni lo agradecida que estás con ella por haberte educado de esa forma. Te irás habiendo sido una cobarde. Te irás sabiendo que hay gente que te quiere, y en vez de quedarte con ellos para que sigan demostrándotelo, te vas por aquellos que te odian. ¿Recuerdas todo esto, verdad? Esto me lo dijiste una vez. Cuando estaba con un pie por delante, justo como estás tu ahora. Me lo dijiste en ese momento. Y yo retrocedí ese pie. Si te vas, vete sabiendo que no has luchado lo suficiente para ser feliz. Si te vas, vete sabiendo que has marcado una huella en personas que no te imaginas. Si te vas, vete recordando que jamás serás olvidada. Por mucho que esa mente tuya trastornada te diga la contrario. Ahora eres solo tú. Piensa si merece la pena volver atrás. Si te vas, el dolor desaparecerá. Pero si te quedas, todos los que estamos contigo haremos que se vaya. Te quiero.
Y colgó. 

Chica en llamas se sintió apagada. Como cuando soplas una vela y esa luz se desvanece.
Las 21:00. Chica en llamas vio un resplandor a lo largo de la vía. Suspiró. Cerró los ojos y oyó que se acercaba más, más, más y más. Acercó el otro pie. Soltó las Vans y las apartó. Se acercaba. Era cuestión de un salto y todo el dolor al que ha sido sometida desde los siete años desaparecería. Seguía llorando cual cascada. Estaba casi enfrente. Movió otro pie hacia delante.




Chica en llamas susurró 'No tengo miedo de caminar sola ante el mundo'. Lo gritó a pleno pulmón. ¡NO TENGO MIEDO!
Chica en llamas retrocedió. Bajó por las escaleras exteriores y puso rumbo hacia el bosque verde botella. El mismo bosque que sabía toda su vida, sus problemas y alegrías. Y que seguiría oyéndola gritar y llorar. Chica en llamas todavía no se había apagado.